El mercado laboral actual afronta múltiples disrupciones: gestión multigeneracional, guerra del talento, escasez de perfiles STEM (científicos y tecnológicos), nuevas formas de trabajar, la gran renuncia…
Sin embargo, se habla poco de un riesgo importante para la prosperidad colectiva en muchos países: faltan demasiadas veces personas con ganas de trabajar para cubrir las vacantes existentes. Los trabajadores potenciales existen (activos o en paro). Sin embargo, existe un virus en forma de cierta “desidia laboral” que no sólo afecta a puestos de baja cualificación sino también en puestos de alto nivel para universitarios.
“Tengo un negocio que he logrado consolidar con el paso de los años. Somos una empresa referente y con innovación continua. Cuido y escucho a mis trabajadores, tienen reto profesional, les pago mejor que la media del sector y con superiores condiciones laborales. Sin embargo, no encuentro personal o se me van porque no quieren trabajar en este entorno de sana exigencia”.
Es una reflexión que llevo escuchando bastantes años en distintas regiones de España. Una preocupación previa a la pandemia y la gran renuncia y acentuada en los últimos años. Me inquieta escuchar esto a muchos amigos empresarios de PYMEs de sectores dispares: talleres, clínicas médicas o veterinarias, tiendas de alimentación o de muebles, empresas de camiones, …
Como resultado muchos de ellos me confiesan que están pensando a medio plazo vender su empresa y vivir de las rentas o en formatos freelance, como menor presión y complejidad y sin trabajadores a cargo.
Una lástima porque estas decisiones generan frustración, pérdida de empleo y tejido empresarial solvente y una nociva cultura de aversión al emprendimiento que es ya de por sí frágil en nuestra sociedad.
Como contraposición a esta dinámica me recuerdo de una frase brillante de Josep Piqué (ex Ministro de Exteriores). Le preguntaban cómo era posible la “recuperación milagrosa” de Japón y Alemania, dos países devastados moral y económicamente tras la 2ª Guerra Mundial.
“La diferencia entre Alemania y Japón y otros países es que allí viven muchos alemanes y japoneses”. Con esta frase socarrona quería decir que eran países con una profunda ética del trabajo y cultura del esfuerzo. Una ventaja clave para competir en el mundo actual de competencia global.
Nuestro modelo social europeo es fantástico y genera un saludable entorno de bienestar y de derechos. Pero, como todo en la vida, debemos equilibrarlo y no podemos abusar de un sistema muy positivo y frágil a la vez.
Necesitamos potenciar la cultura del esfuerzo, ser más “business friendly”, entender que la iniciativa privada es un gran motor de prosperidad y complemento esencial del sector público y el tercer sector. La autorresponsabilidad es la otra cara necesaria de esa libertad tan positiva, como ya escribía en un artículo previo.
Hoy nuestra población ocupada (personas entre 20 y 64 trabajando) tiene luces y sombras. Como aspecto positivo ha aumentado los últimos años y superado los 20 millones de personas. Por contra, en porcentaje versus población total en esa franja de edad, España tiene ratios sistemáticamente peores a la UE (4-5 puntos) y países como Alemania (8-10 puntos). Ver informe.
Las razones de esta brecha negativa son múltiples y complejas. Mirando al futuro debemos ser todos conscientes de este reto, poner foco y actuar en consecuencia.
Un hecho parece evidente: sin una sólida cultura del trabajo, sin ganas de trabajar no tendremos un buen futuro colectivo y multigeneracional. Juguemos a ganar, afrontemos las dificultades y aprovechemos mejor las oportunidades y el talento disponible.
Artículo publicado en Factor Humano 13 de octubre de 2022
David Reyero Trapiello – Senior HR Business Partner – Sanofi Iberia
Twitter: @davidreyero73 / Linkedin: linkedin.com/in/davidreyerotrapiello/
JORGE CAGIGAS dice
David, no puedo estar más de acuerdo, faltan ganas de trabajar, de esforzarse , de ayudar seriamente a crear una sociedad mejor y más próspera. Como siempre no es fruto de la casualidad, la educación y los modelos igualitarios promovidos, sin premio al esfuerzo y al mérito se han instalado en nuestra sociedad. Los poderes públicos alientan este modelo bajo una apariencia de bienestar impostada, de aumento inasumible de los derechos y de vaciado consciente de las obligaciones. Gracias por la reflexión. Saludos
Francisco Martínez Colunga dice
Excelente David, todo gira al rededor del propósito y la motivación que reside en el corazón de las personas.