La historia de Francisco Luzón es uno de esos casos impresionantes de superación personal, vitalidad y fortaleza mental.
Sus orígenes fueron muy humildes: nació en una familia modesta, en El Cañavate, un pequeño pueblo rural de la provincia de Cuenca de menos de 200 habitantes. Su familia emigró Baracaldo (Vizcaya) y pasó su infancia con escasos recursos económicos.
Su talento y tenacidad le permitieron estudiar y ser un directivo bancario de éxito y que destacó por su innovación (Presidente de Argentaria, Responsable de América Latina del Santander…).
Y a la vez un hombre fuertemente comprometido con la sociedad en múltiples proyectos: la educación (Universia, la red de Universidades más importante de Latinoamérica), la salud (desde la Fundación de Ayuda contra la Drogradicción) o su tierra (como Presidente del Consejo Social de la Universidad de Castilla La Mancha) o la cultura (Biblioteca Nacional).
Un ejemplo de persona hecha a sí misma a la que el ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica) truncó su apacible jubilación hace unos años. Una enfermedad devastadora y hoy incurable. Una dolencia que elimina progresivamente la movilidad de los músculos y afecta a 4.000 personas en España y unas 500.000 en el mundo.
Luzón podía haberse dedicado a disfrutar de una manera “diferente” de los pocos años que le quedan. Apoyos familiares y recursos económicos no le faltan. Es lo que le recomendaban muchos médicos y amigos. Sin embargo, decidió ser fiel a sus valores de ser un líder y transformador social aprovechando su amplia experiencia previa de gestión empresarial.
Éste es el propósito de la Fundación Luzón: dar voz a estos pacientes y fomentar la investigación con los mejores especialistas del mundo en esta enfermedad desconocida por la sociedad.
“El viaje es la recompensa: mi lucha por la vida” son sus memorias. En ellas se relata su carrera de éxitos pero se pone el acento en su amor por la vida (“el futuro es hoy”) y en cómo se forjaron sus valores a través de su educación, su familia y su infancia en el País Vasco y El Cañavete.
El viaje es la recompensa: mi lucha por la vida
Unas raíces en las que floreció su fortaleza mental y el espíritu de superación que le han acompañado toda su vida. Unas bases sólidas para afrontar con garantías esta terrible prueba que le ha puesto la vida.
“Hoy no podemos vencer a esta enfermedad, pero podemos encontrar dignidad en nuestra derrota. No como, no hablo, no puedo andar, pero anímicamente estoy bien porque tengo la ilusión de la Fundación y vivo rodeado del amor de mi gente. La ELA es una enfermedad democrática porque trata a todos los enfermos igual de mal. Todas las mañanas pienso en mi muerte, pero sólo 5 minutos. Entiendo a los enfermos que deciden suicidarse. «Yo apuesto por la vida». Frases que impresionan por sabiduría y valentía adornadas de un crudo realismo.
Yo apuesto por la vida
Afrontar con optimismo nuestras adversidades personales o profesionales, en su caso una enfermedad tremenda e irreversible. Éste es el gran ejemplo que nos da el testimonio y la personalidad de Francisco Luzón.
Profundas e inspiradoras reflexiones que podemos aplicarnos a otros ámbitos de nuestra vida y transformar nuestras quejas cotidianas en acciones valiosas para nosotros y los demás.
Francisco Luzón vive con la filosofía que promulgaba Antonio Machado: “hoy es siempre todavía».
Hoy es siempre todavía
David Reyero Trapiello – Senior HR Business Partner – Sanofi Iberia
e-mail: David.reyero@sanofi.com / Twitter: @davidreyero73 / Linkedin: linkedin.com/in/davidreyerotrapiello/
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