El mejor talento aspira hoy a la plenitud profesional. Ya no activa su grandeza solo por un sueldo a final de mes, unas buenas condiciones laborales, un buen jefe o un trabajo interesante.
Actualmente muchos profesionales tienen motivaciones más profundas como, por ejemplo, un trabajo significativo y conectado a su propósito, con impacto social positivo y donde puedan dejar su huella personal, trabajar para organizaciones con una potente responsabilidad social corporativa (incluyendo políticas de diversidad ambiciosas) o un ambiente de profunda seguridad psicológica, flexibilidad laboral y gran autonomía.
Pretenden avanzar hacia la eudemonía, una prosperidad personal vinculada no tanto a lo económico, la fama o el poder, sino al “florecimiento humano” y la puesta en valor de sus fortalezas y pasiones. Un sano anhelo vital que es milenario, ya que surgió en la época de Aristóteles.
Son tiempos nuevos y apasionantes para un talento que abre nuevas conversaciones con las compañías. Emerge un nuevo marco en el histórico contrato psicológico empleado-compañía, como refleja Gartner en sus informes.
Vivir en plenitud profesional implica esfuerzo y grit (pasión y perseverancia). Apostar sistemáticamente y cada día por ello es una decisión valiente, valiosa y, a veces, dolorosa.
La fase cero de este autoanálisis tiene un par de claves principales que debemos clarificar: cuál es mi ikigai (fortalezas, pasiones y empleabilidad) y qué es para mí la plenitud profesional. Preguntas poderosas y para las que hay miles de respuestas posibles. Cuestiones trascendentales para orientar con acierto nuestros siguientes pasos. Reflexiones dinámicas ya que seguramente nuestras prioridades vitales evolucionen con el tiempo.
El gran Peter Drucker afirmaba con clarividencia “la mayoría de las personas creen saber en qué son realmente buenos, pero habitualmente se equivocan porque les falta un autoconocimiento profundo. Cualquier profesional solo puede ofrecer un gran rendimiento si se apoya en sus fortalezas”.
El rol de las organizaciones
Aquellas organizaciones que realmente quieran promover la plenitud profesional de sus empleados deben enfocarse en satisfacer las cinco necesidades emocionales esenciales del ser humano:
- Sentido, que también podemos llamar propósito, aportación o contribución.
- Contacto, que también podemos llamar vinculación, afiliación o intimidad.
- Comunidad, que también podemos llamar socialización o relaciones.
- Aceptación, que incluye la aprobación, la valoración y la validación.
- Autenticidad, que incluye la honestidad, la integridad y la sinceridad.
Son necesidades que hoy muchas veces siguen siendo ignoradas desde algunos de los relatos dominantes en la sociedad contemporánea. Si son satisfechas, sabemos que tienen el poder de llevar a las personas a la plenitud profesional, al bienestar, y a poder vivir una mejor vida también en lo personal, ya que todo está interconectado.
Si no se satisfacen, emerge la patología, no hay salud posible ni bienestar. La plenitud profesional se convierte en una entelequia y surgen muchos de los problemas que encontramos en el entorno profesional cotidianamente, como la ansiedad generalizada, la angustia, el individualismo y la soledad, la falta de sentido o el vacío existencial, las adicciones, la desconfianza en los demás, el temor crónico, la impotencia o la desesperanza, el victimismo, la ira, el resentimiento…
La manera más eficaz de satisfacer estas necesidades esenciales en una empresa es promover una cultura de liderazgo sano e inspirador. Un entorno laboral donde las personas, sobre todo aquellas con responsabilidad sobre otras, adquieran la competencia para poder satisfacerlas con su comportamiento cotidiano. Empezando siempre por los miembros del comité de dirección, en sus relaciones entre ellos mismos y con las personas que les reportan.
Apostar por una vida profesional más plena requiere un triple compromiso: persona (autorresponsabilidad, reflexión, foco y resiliencia), organización (políticas de gestión de personas orientadas a aflorar el talento único de cada persona) y manager (líder coach y generoso). Un tridente mágico que, si potencia sus sinergias y trabaja colaborativamente y con honestidad, es imparable en este camino de progreso.
T. S. Elliot afirmaba: “la plenitud que ansía el corazón humano siempre está disponible”. Esto cristaliza cada día ya que surgen miles de “brotes verdes” en personas y organizaciones que demuestran a nivel mundial cómo es posible avanzar al siguiente nivel en el mundo del trabajo. Son pioneros que nos inspiran a los demás con su ejemplo para no desanimarnos en los días malos que viviremos en este viaje.
¿Te animas a explorar esta “revolución” del crecimiento personal y profesional? ¿Te atreves a investigar nuevos caminos más inspiradores y menos transitados? Hagamos entre todos y todas que este sueño de la plenitud profesional sea posible.
En colaboración con Pablo Tovar, CEO de AddVenture y Fundador de la Escuela de Eudemonía.
Artículo publicado en Do Better by Esade 30 de Mayo de 2024
David Reyero Trapiello – Senior HR Business Partner – Sanofi Iberia
Twitter: @davidreyero73 / Linkedin: linkedin.com/in/davidreyerotrapiello/
Nacho dice
Buenísimo maestro. Un placer leerte y aprender contigo.
“la plenitud que ansía el corazón humano siempre está disponible”….. Inconmensurable reflexión… Gracias
Javier mirallas dice
Un magnífico artículo , inspirador y conjugando los pasos para alcanzar una mayor plenitud , tanto en el ámbito profesional y laboral , pero absolutamente extensible al capítulo personal .
Felicidades David , siempre inspirador !!