Las personas, clave del éxito en la innovación. David Reyero – Boletín CEDE – Diciembre 2014
Causas del fracaso en la implantación de la innovación
El 72% de las empresas españolas afirma que la innovación contribuye positivamente a su competitividad en el mercado nacional y el 86% afirma que les ha ayudado a afrontar la crisis con más garantías, según el “Estudio de la innovación empresarial en España en 2014” de la CEOE. Además, se ha constatado que el principal mecanismo que favorece la internacionalización es el desarrollo de actividades de I+D+i exitosas.
No obstante, sólo un 10% de las empresas de nuestro país son capaces de introducir innovaciones en el mercado, de acuerdo con datos del Ministerio de Industria, Energía y Turismo, los que nos sitúa en el furgón de cola de países innovadores en la Unión Europea.
¿Por qué un 70% de las empresas españolas lo intentan pero sólo un 10% consiguen claros éxitos en innovación en sus retos de negocio y en la generación de una verdadera cultura innovadora? Si bien el fracaso y el consecuente aprendizaje es un componente clave para acertar en el futuro, cabe cuestionarse cuáles son los factores que explican nuestros escaso balance en cuanto a capacidad innovadora.
Sin duda alguna, no hay una sola causa para explicar esta situación. Múltiples factores inciden simultáneamente en el proceso de innovación y, por lo tanto, influyen en su consecución: desde la capacitación de los equipos hasta la tecnología utilizada, desde la correcta interpretación de la necesidad que se desea cubrir hasta las ayudas e incentivos que las administraciones públicas ponen al servicio de las empresas, así como el acceso a la financiación, el tamaño de las empresas, el ecosistema de centros y parques tecnológicos, etc.
No obstante, especialmente en las grandes empresas, las causas fundamentales de los fracasos en innovación no suelen estar relacionadas con estos factores, sino con la inexistencia de una cultura corporativa que fomente la emprendeduría, con una política errática de gestión de personas, con la baja implicación de la alta dirección y con las dificultades de las organizaciones de anticiparse a la evolución del mercado y las necesidades de sus diferentes grupos de interés. Dicho de otro modo, son básicamente las personas las que determinan el éxito o el fracaso en la innovación.
10 lecciones aprendidas en la gestión de la innovación
A continuación se exponen 10 lecciones aprendidas y “no obvias” sobre cómo deben gestionarse las personas en una organización para lograr que la innovación sea exitosa, hasta convertirla en una parte esencial del ADN corporativo y lograr un impacto relevante en los resultados de la compañía, basadas en mi experiencia multisectorial en recursos humanos y mi involucración en diversos proyectos de innovación en negocio y cambio cultural.
1. Vínculo con negocio y resultados: Como el cualquier proceso de transformación, es fundamental identificar y comunicar internamente las “razones de negocio por las que nuestra compañía debe innovar”. He comprobado que este vínculo a retos concretos de negocio es más adecuado inicialmente que lanzar procesos totalmente abiertos de generación de ideas donde suelen producirse dos impactos negativos: por un lado, una escasa participación inicial o bien un gran volumen de ideas inconexas difícilmente gestionables posteriormente, y por otro lado, falta de madurez organizativa sobre innovación.
2.Sensibilizar: Una vez definidos los retos de negocio, todo empieza por sensibilizar internamente a nuestra plantilla sobre la importancia de la innovación, clarificando con el ejemplo diario que no sólo responsabilidad de los directivos, del equipo de la sede central o de unos pocos “empleados talentosos”. Hoy en día, la innovación no es fruto del trabajo de un equipo especializado, sino que es consecuencia de la implicación de toda la compañía. Si realmente no la conseguimos, la credibilidad del proyecto se resentirá y el nivel de participación de los empleados será insuficiente. Esto perjudicará la calidad de la soluciones a implementar ya que, en materia de innovación, el volumen de ideas generadas y la diversidad del equipo que las genera son dos predictores iniciales de éxito.
3. Educar: Compartir experiencias internas y de otras empresas, organizar foros colectivos, facilitar herramientas sobre creatividad, impulsar grupos de trabajo sobre retos internos, etc. son todas ellas actividades relevantes para que algunos miembros del equipo menos proactivos pierdan el miedo a innovar y a proponer sus ideas. Esto es especialmente importante en equipos de ventas e industriales donde existe, en ocasiones, un menor enganche inicial con este tipo de proyectos por la lejanía con la sede central.
4. Pasión colectiva: El resultado de los esfuerzos anteriores debería provocar un estado emocional interno en la compañía de cierta excitación, pasión y efervescencia de ideas. Si no lo estamos consiguiendo, vale la pena detenerse a reflexionar si estamos haciendo lo correcto. El mensaje “la innovación es responsabilidad y un reto de todos” debe estar liderado por la alta dirección, puesto que su implicación y compromiso es un mensaje potente que hará aumentar el nivel de compromiso de toda la organización. Para ello, es clave es papel de los mandos intermedios en la dinamización de la innovación en el día a día. Si se logra, es tremendo el nivel de energía y entusiasmo de los equipos en estos procesos, un caudal de creatividad al servicio de la compañía inimaginable para las empresas que no innovan y, sin duda alguna, una fuente de ventaja competitiva de gran valor para el presente y el futuro.
5. Diversidad y apertura al exterior: Conozco pocas organizaciones verdaderamente innovadoras que no tengan una elevada variedad de perfiles personales y profesionales y que no fomenten la diversidad y una continua búsqueda de ideas fuera de la organización para el día a día del negocio y en sus políticas básicas de gestión de personas (selección externa y promoción interna, creación de equipos de proyectos, reconocimiento…) e incluso en la propia definición de su estrategia, para la que cuentan con opiniones externas relevantes de todos sus grupos de interés clave.
6. Actitud: La innovación exitosa no es tanto producto del talento o de una elevada inteligencia como de una actitud individual y colectiva de búsqueda y cuestionamiento permanente, de apertura mental y de aventurarse fuera de la zona de confort para soñar (ya sean nuevos productos, novedades en los procesos, etc.) que mejoren la experiencia del cliente y generen valor añadido. Las empresas innovadoras más pioneras incluso se plantean cambios estratégicos en momentos de “vacas gordas” para anticiparse a la evolución del mercado. Como dice Franc Ponti, uno de los principales expertos españoles en innovación, “si funciona, cámbialo”.
7. Gestión del riesgo y tolerancia al error: Innovar implica probar, arriesgar, acertar y equivocarse. Es crítico evolucionar progresiva e inexorablemente hacia una cultura que acepte el error y la toma de riesgos razonables como elementos positivos para lograr nuevas soluciones que mejoren nuestra propuesta de valor.
8 .Coherencia: Si la innovación pasa a considerarse estratégica, deben gestionarse con coraje y buen criterio herramientas que contribuirán a modelar nuestra cultura organizativa de forma significativa como la retribución variable, las promociones, el reconocimiento interno y externo u otras medidas para premiar o penalizar, en su caso, las conductas y decisiones diarias relacionadas con este importante asunto.
9. Agilidad en la toma decisiones y la ejecución: Una nueva idea, ya sea incremental o disruptiva, siempre crea incertidumbre y plantea inicialmente resultados inciertos. Es clave evitar la “parálisis por el análisis” y pasar rápidamente a la acción, aún con información incompleta. Esto permite tener una evaluación rápida de los prototipos y mantener la credibilidad y chispa de la innovación encendida en nuestros equipos para que estos sigan aportando ideas, tanto en el presente como en el futuro. Otro aspecto diferencial en la mayoría de las empresas más avanzadas es que la validación de las ideas en las fases tempranas no son responsabilidad del comité de dirección, sino de un comité o foro de innovación formado por empleados y mandos intermedios. Esto agiliza la toma de decisiones y reduce la gestión de la innovación con criterios “políticos” y no directamente vinculados a la calidad de esa idea embrionaria.
10. Celebrar los éxitos, los fracasos y los aprendizajes: Es difícil lograr una innovación exitosa a la primera. Por lo tanto, es fundamental ser tenaces, intentarlo, caer y volver a levantarse. Para mantener una motivación sostenida del equipo, es preciso felicitar no sólo a los que consiguieron resultados sino también a todos aquellos que lo han intentado porque de todo ello se generan aprendizajes relevantes para el conjunto de la organización. A modo de ejemplo, destacaría que las empresas más innovadoras preguntan específicamente a los candidatos que participan en sus procesos de selección sobre los fracasos y aprendizajes acumulados a lo largo de su trayectoria profesional.
En resumen, la innovación es un proceso complejo cuyo éxito está ligado a múltiples variables. Las organizaciones que son capaces de innovar con éxito cuentan con una ventaja competitiva difícilmente superable por sus competidores, basada en una cultura organizativa coherente a la altura de este desafío: desde el ejemplo diario de la alta dirección hasta el compromiso diario de todos y cada uno de los empleados, habiendo dejado atrás barreras mentales y jerárquicas que bloquean la productividad y gestionando a las personas para que liberen su potencial creativo y estén cerca de los clientes para anticiparse así a sus necesidades.
Conclusiones
En buena medida, la diferencia entre una organización y otra en cuanto a su capacidad de innovar está en la actitud del equipo y en los valores que predominan en su cultura corporativa: humildad para aprender continuamente, pasión para avanzar pese a los errores e inteligencia y coraje para reinventarse cuando se han conseguido los primeros logros.
¡Piensa en grande, empieza pequeño, prueba pronto, falla rápido y barato para aprender, mejora, vuelve a probar y un buen día alcanzarás el éxito!
David Reyero Trapiello – Senior HR Business Partner – Sanofi Iberia
e-mail: David.reyero@sanofi.com
Twitter: @davidreyero73 / Linkedin: es.linkedin.com/in/reyerodavid
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